Nuestra
propuesta de una paz completa requiere la modificación de la JEP para que todos
los actores del conflicto social y armado puedan acogerse a los términos
pactados para las FARC y los agentes del Estado. Los Terratenientes
despojadores se oponen y ganaron la Presidencia en cuerpo ajeno. Se oponen
porque han invertido bastante comprando tierras adicionales a lo despojado,
financiando a los paramilitares y corrompiendo a los agentes del Estado. Los ingresos
para estas grandes inversiones provienen del narcotráfico, la minería ilegal,
la trata de personas, el contrabando, la corrupción con los dineros de los
gobiernos nacional y locales, etc. Se oponen a que los paramilitares,
narcotraficantes y demás bandas armadas organizadas puedan acogerse a la JEP, aprobaron un
sometimiento a la justicia que no van a aceptar por discriminatorio, eso es lo
que quieren porque si los paramilitares se acogieran a la JEP se quedarían sin
con quien defender los negocios ilegales incluidos los latifundios acumulados
por desposesión y, si el gobierno no hace la reforma agraria, los campesinos
organizados los invadirían y las FFAA serían incapaces de masacrar a los
campesinos sin el encubrimiento paramilitar.
Nuestra
propuesta se debe complementar con que todos los actores del conflicto tengan
opciones para transitar hacia una legalidad segura y garantía de contar con los
recursos necesarios. Para lograrlo proponemos una conciliación, un diálogo real
entre Víctimas y Victimarios, hay muchas personas que son las 2 cosas, repartir
las tierras, hay suficientes, legalizar la minería haciéndola sostenible y
depurar las finanzas del Estado logrando recobrar la moralidad pública y la
ética social.
Tenemos
las tierras y algunos controlan buena parte del ahorro pero es necesario conseguir financiación
internacional, transferencia de las tecnologías apropiadas y principalmente
mercados, disponibles en el mundo de sobra porque ya no dependemos únicamente
de las relaciones dominantes que normalmente significaban magníficos negocios
para los hegemonistas y raquíticos para nosotros, sino que las potencias que
emergieron y consolidaron poder financiero y tecnológico también requieren,
entre otros, los productos agro-industriales y minero-energéticos que nosotros
podríamos suministrar con una exitosa reforma rural.
Es
posible lograr grandes alianzas productivas internacionales, no solo con esas
nuevas potencias, en los antiguos países hegemónicos también avanzan las
fuerzas progresistas porque necesitan reacomodarse en este nuevo mundo
multipolar. Se completaría la ecuación para acabar con la pobreza, encaminarnos
al desarrollo y para aportar en la nueva apuesta: que la vida originaria de
este planeta logre prolongarse el máximo posible en el espacio y en el tiempo, la
Humanidad de destino común y gobernanza global que ya están negociando los
miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y sus muchos
países amigos.
Eso
sería posible, o por lo menos tendría más probabilidad de lograrse, si hubiera
triunfado la Colombia Humana y Gustavo Petro fuera el presidente electo, pero
triunfó la corrupción comprando y constriñendo consciencias con la vergonzosa
colaboración de más de un millón de personas que antepusieron su posibilidad de
enriquecimiento a la justicia social, sacrificando los DDHH de las personas
vulnerables a su ambición personal.
Sin
embargo, tenemos que intentar persuadir a nuestros contrincantes empoderados, empezando
por Iván Duque, porque están equivocados y más temprano que tarde van a ser
también víctimas de la megalomanía de Álvaro Uribe Vélez y su mafia íntima,
pero además van a iniciar una nueva guerra interna que puede llegar a ser mucho
más espantosa.
Hernán Pardo Silva, julio de
2018