Ni
lo habrá si seguimos gobernados por bandas de corruptos, porque los
países que necesitan nuestra producción agropecuaria y tienen
recursos de sobra para ponernos a producir no son tan idiotas de
echarle mas leña al fuego de la corrupción generalizada en todas
las ramas del poder público en Colombia, sería como echarle lavazas
a una piara de cerdos hambrientos.
Es
indispensable pues hacer los mejores esfuerzos para quitarles el
poder del Estado, estar dispuestos a deponer orgullos y mezquindades
sectarias, unir a los campesinos, a los indígenas, a los
afrodescendientes, a los estudiantes, al sufrido pueblo urbano que en
su mayoría se marchita en la informalidad bordeando la indigencia, a
los intelectuales independientes o mas bien sin proyecto de vida
estable, al magisterio y demás profesionales asalariados mal
pagados, a excepción de los altos mandos, a los que quieren ampliar
sus Empresas, a los gamonales frustrados que han acumulado tierras
por desposeción y no ven futuro, llamarlos porque no vale la pena
persistir en este estado de inseguridad, es mejor ceder parte de lo
que se ambiciona, asegurando prosperidad con el resto, para poder
brindarle futuro a sus descendientes y allegados en el país, parar
el éxodo de nuestro mejor recurso: la gente, como que alrededor del
20% de los nacidos en Colombia están fuera del país.
¿Será
que si nos unimos no lograremos ganarle unas elecciones a las
maquinarias políticas del continuismo? ¿Son tan poderosos los
criminales que nos dominan que primero vuelven a exterminar a
nuestros líderes antes de dejarse bajar del curubito?
El
gobierno que proponemos debe erradicar la corrupción, renegociar la
deuda externa y las concesiones de toda clase porque la mayoría son
estafas continuadas concertadas por hampones. Para lograr esto
necesitaríamos una radical reforma a la justicia, podrida hasta los
tuétanos, obtener las mayorías parlamentarias para hacerlo es bien
difícil, quedaría la opción de convocar a una Asamblea nacional
constituyente si ganamos la Presidencia.
Aliarnos
con los liberales y con los de la U con cero tolerancia a la
corrupción, estos partidos podrían admitir a los gamonales
regionales de cualquier partido o sin partido, si se la jueguen por
ayudar a consolidar una paz justa, con lo que lograrían estabilidad
para emprender de forma segura con sus bienes restantes y el apoyo
del nuevo gobierno, luego de conciliar reparaciones colectivas con
las víctimas reales, las populares.
Se
requiere una reforma tributaria para ampliar crecientemente los
impuestos a los dividendos y demás rentas personales, disminuyendo
paulatinamente el IVA y demás impuestos indirectos y drásticamente
los gastos iniciales para los emprendimientos formales. Como
contrapeso debe disminuirse el impuesto a la renta de las empresas.
La paz nos permitirá a corto plazo multiplicar la exportación de
las materias primas de producción primaria, agropecuarias y
minero-energéticas, proponiéndonos a aumentar el valor agregado
nacional hasta lograr industrializar procesos pos cosecha y pos
extracción, y promoviendo la reconversión energética,
especialmente del transporte, a energías limpias.
Pero
nada de eso alcanzaría para hacer viable la RRI, se lograría
avanzar bastante en la educación, la salud y la alimentación como
derechos, solucionar la mayoría de las viviendas prioritarias, para
proteger a las familias en alto riesgo, y subsidiar buena parte de
las restantes de interés social.
Pero
para darle viabilidad a la RRI en 40 millones de hectáreas que están
ahora en potreros, mitad de economía campesina y mitad de economía
empresarial, se necesitaría alrededor de 100 mil millones de dólares
de financiación, mas tecnología y mercados seguros. Es imposible
conseguir socios adecuados en los mercados financieros tradicionales,
los del bloque hegemónico occidental, pero si es posible
conseguirlos en las potencias emergentes del bloque de la
coexistencia pacífica, con China y Rusia a la cabeza.
Para
que el pueblo rural pueda esperar todo el tiempo requerido para
implementar la RRI es necesario solucionar sus 2 fuentes de trabajo y
recursos ilegales: los cultivos ilícitos y la minería informal. A
los nacionales y sus socios dedicados a la minería informal
tradicional y a la mecanizada ilegal, deben concederse licencias
transitorias ágiles para que inicien su normalización, promoviendo
la sostenibilidad. Sería necesario la declaratoria de toda clase de
emergencias, que las hay, para legislar por decreto. Así se podría
empezar la reparación del medio ambiente para lograr la
sostenibilidad. El gobierno debe comprar las drogas, guardarlas como
reservas en las bóvedas del banco central, lo que permitiría emitir
dinero para pagarlas, y exigirle a los países consumidores que la
compren, ya sea para controlar sus distribución y consumo o para
destruirlas, necesitamos hacerlo por un tiempo prudencial mientras
echamos a andar sustituciones viables en el marco de una RRI bien
diseñada y financiada. Se podría así mantener la cadena nacional
de cultivo, procesos pos-cosecha y distribución interna, hasta la
compra por parte del gobierno para que se la revenda a los gobiernos
de países consumidores y a otros solidarios.
Con
buena voluntad, ideas innovadoras y participación masiva de los
ciudadanos, rurales y urbanos, será posible terminar realmente con la “horrible noche”.
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