Las propuestas de reforma
constitucional que han recogido y sintetizado las Farc son un valioso
aporte para que se debata con profundidad nuestra carta magna y todo
el entramado de leyes y decretos que soportamos los colombiano en
forma de condenas ignominiosas o impunidad descarada, dependiendo del
poder abusivo alrededor de los judicializados, dado que cualquier
leguleyo inmoral es capaz de encontrar el entramado apropiado y los
operadores venales necesarios. Pensemos en hacer todo de nuevo con el
sabio principio ancestral, que no me canso de citar, “Lo que no
sirve estorba”.
Pero me preocupa que
estamos viviendo una grave situación de pobreza extrema disfrazada
con paliativos insuficientes de asistencia humanitaria que ni así
son sostenibles si no encontramos la forma de parar la violencia
contra el Pueblo rural, generadora de miseria, zozobra y
vulnerabilidad para alimentar la producción ilegal y el
reclutamiento. Enormes filas en las ciudades reclamando una
asistencia absolutamente insuficiente, y nuestros jóvenes indígenas,
campesinos y negros alimentando la guerra con justa rebeldía o
vendiéndose a los Patrones mafiosos.
Por estas razones
propongo que los diálogos de Paz se adelanten a 2 ritmos: uno ágil
que aproveche las leyes favorables para declarar de inmediato las
nuevas zonas de reserva campesina y la ampliación de los resguardos
y territorios colectivos en tierras productivas, que protejan a los
que más sufren estabilizando al Pueblo rural y parando los ríos
humanos del desplazamiento a los centros urbanos. Se necesita la
voluntad de la Insurgencia para firmar un acuerdo preliminar de Paz,
en su segunda etapa según el Presidente Santos, que se puede
refrendar con un Plebiscito. Esto permitirá un cese al fuego y que
los insurgentes se dediquen a apoyar al Pueblo rural. El gobierno
debe comprometerse a destinar los mayores recursos posibles para
reactivar la producción agropecuaria, posibilitando además que la
comunidad internacional se vincule con inversiones y aportes. También
se requiere abrir la participación política de la forma más amplia
derogando umbrales, implantando de una vez el voto electrónico
biométrico y haciendo efectiva la financiación estatal.
Porque para que la
transición sea exitosa y alcancemos una Paz estable y duradera,
debemos lograr participación popular masiva en las próximas
elecciones posibilitando que las fuerzas de centro-izquierda puedan
acceder masivamente al Congreso, y ojalá a la Presidencia. La
reforma de la constitución actual sin quebrantar el derecho vigente
requiere de la voluntad del Congreso ya sea mediante leyes
reformatorias, o por convocatoria a referendo o a una asamblea
constituyente. Para facilitar la participación de la Insurgencia,
sin que los enemigos de la paz incendien al País con el cuento del
proselitismo armado, se debe tramitar una reforma constitucional que
les asigne un número de curules para su representación directa, en
el entendido de que sus amigos y simpatizantes puedan elegir
candidatos sin impedimentos legales o políticos. Lo ideal es que
que el próximo Congreso convoque una Asamblea constituyente
sincronizada en tiempos con ese Congreso. Me explico: el próximo
Congreso puede convocar a la asamblea constituyente para que sea
elegida y empiece a operar 18 meses después de iniciado el periodo
legislativo, de tal manera que en un (1) año tenga listo el nuevo
texto constitucional y luego trabaje 18 meses elaborando las leyes
marco. Un plebiscito aprobaría o no la nueva constitución con sus
leyes marco y el próximo órgano legislativo nacional, con la
colaboración de la academia, tendría la misión de renovar las
leyes, modernizando y simplificando al máximo, para acabar con el
maremágnum actual.
La firma preliminar del
acuerdo de Paz y la declaratoria de la tregua debe desatar las
fuerzas productivas porque si no aumentamos la producción real nos
quedaremos en palabrería. Debemos hacer un esfuerzo para entender la
frase del gran líder chino Deng Xiaping: “No importa que el gato
sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen gato.”.
Rescatando el Estado de los poderes oligopólicos y mafiosos que lo
han querido poner a su exclusivo servicio es posible, necesario y
probadamente exitosa la coexistencia pacífica de empresas privadas,
comunitarias y estatales. La debilidad de las empresas comunitarias
en cuanto a adquirir insumos y distribuir la producción puede
compensarse con una gran empresa, propiedad de las comunidades a las
que sirve. Para preservar y potenciar la economía campesina es
necesario crear la Gran Empresa Nacional Agropecuaria (GENA) que
puede ser administrada inicialmente por la Insurgencia dada su
probada capacidad logística y para dar cause a su voluntad de
trabajar a favor del Pueblo rural.
En diciembre de 2011
escribí el artículo “Propuesta
Progresista para la alti-llanura de los llanos orientales de
Colombia”
ejemplo
de la combinación de propiedad privada, estatal y comunitaria aún
posible de implementar, allí
se
requiere la buena voluntad de los campesinos para
que cedan
parte de los
derechos que
les otorga sobre los baldíos
la unidad de producción familiar, arrendando
parte
de
las tierras
a 30 años por ej., para que grandes empresarios nacionales
y extranjeros puedan vincularse a este proyecto que beneficiaría
no solo al llano sino a media Colombia con la
construcción del
ferrocarril y
el
oleoducto
Vichada-Buenaventura, pasando por Granada y La Uribe en el Meta,
Colombia en el Huila, Pradera en el Valle, entre otras zonas
actualmente casi aisladas.
En mi libro “Una
vía progresista al socialismo” intento trasmitir la idea de
que una parte primordial de la consciencia de los trabajadores debe
ser adquirir la capacidad de gestión empresarial para poder producir
autónomamente.
Porque un sistema
económico mixto es un pacto de Paz entre Trabajadores, incluido el
Pueblo rural, y Empresarios en que las 2 partes aceptan abrir la
democracia para que mayorías aptas dirijan al País desde el Estado
respetando los derechos de las minorías. Deben llegar a su fin los
rezagos feudales de los Señores terratenientes y mafiosos, que
pretenden ser amos de los territorios y de sus gentes por la
imposición violenta; o evolucionan a Empresarios del agro o de
cualquier otra actividad aceptable para los demás y con plenas
garantías para sus trabajadores o pagarán ejemplarmente por
continuar con sus crímenes. Es posible aún negociar para que
puedan re-integrarse produciendo y ayudando a rehabilitar a los
combatientes que pervirtieron, reparando en lo posible a sus
Víctimas.
Por último, la
restitución de las tierras despojadas no esta funcionando, en lo
poco que avanza hay re-victimizaciones o amenazas graves ya que los
ocupantes actuales se niegan a devolverlas sin opciones para ellos.
Es necesario una negociación
colectiva, que puede legalizarse como un proceso de conciliación
avalado por la justicia especial creada para la restitución. Muchos
no queremos retornar a los sitios donde masacraron a nuestros
familiares y amigos, aquí lo importante es que quienes quieran
trabajar la tierra las reciban pero preparadas para que la
producción sea sostenible, para lograrlo deben poder trabajar
creando nuevas fincas familiares y haciendas comunitarias como
aprendices de proyectos productivos viables dirigidos por la GENA,
con una remuneración que les permita vivir con dignidad. Priorizar
la masificación de trabajo digno y sostenible, tramitando al mejor
ritmo posible los reclamos individuales.