domingo, 8 de julio de 2018

Anteponer la Paz y la Reconciliación


Nuestra propuesta de una paz completa requiere la modificación de la JEP para que todos los actores del conflicto social y armado puedan acogerse a los términos pactados para las FARC y los agentes del Estado. Los Terratenientes despojadores se oponen y ganaron la Presidencia en cuerpo ajeno. Se oponen porque han invertido bastante comprando tierras adicionales a lo despojado, financiando a los paramilitares y corrompiendo a los agentes del Estado. Los ingresos para estas grandes inversiones provienen del narcotráfico, la minería ilegal, la trata de personas, el contrabando, la corrupción con los dineros de los gobiernos nacional y locales, etc. Se oponen a que los paramilitares, narcotraficantes y demás bandas armadas organizadas  puedan acogerse a la JEP, aprobaron un sometimiento a la justicia que no van a aceptar por discriminatorio, eso es lo que quieren porque si los paramilitares se acogieran a la JEP se quedarían sin con quien defender los negocios ilegales incluidos los latifundios acumulados por desposesión y, si el gobierno no hace la reforma agraria, los campesinos organizados los invadirían y las FFAA serían incapaces de masacrar a los campesinos sin el encubrimiento paramilitar.
Nuestra propuesta se debe complementar con que todos los actores del conflicto tengan opciones para transitar hacia una legalidad segura y garantía de contar con los recursos necesarios. Para lograrlo proponemos una conciliación, un diálogo real entre Víctimas y Victimarios, hay muchas personas que son las 2 cosas, repartir las tierras, hay suficientes, legalizar la minería haciéndola sostenible y depurar las finanzas del Estado logrando recobrar la moralidad pública y la ética social.
Tenemos las tierras y algunos controlan buena parte del ahorro  pero es necesario conseguir financiación internacional, transferencia de las tecnologías apropiadas y principalmente mercados, disponibles en el mundo de sobra porque ya no dependemos únicamente de las relaciones dominantes que normalmente significaban magníficos negocios para los hegemonistas y raquíticos para nosotros, sino que las potencias que emergieron y consolidaron poder financiero y tecnológico también requieren, entre otros, los productos agro-industriales y minero-energéticos que nosotros podríamos suministrar con una exitosa reforma rural.
Es posible lograr grandes alianzas productivas internacionales, no solo con esas nuevas potencias, en los antiguos países hegemónicos también avanzan las fuerzas progresistas porque necesitan reacomodarse en este nuevo mundo multipolar. Se completaría la ecuación para acabar con la pobreza, encaminarnos al desarrollo y para aportar en la nueva apuesta: que la vida originaria de este planeta logre prolongarse el máximo posible en el espacio y en el tiempo, la Humanidad de destino común y gobernanza global que ya están negociando los miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y sus muchos países amigos.
Eso sería posible, o por lo menos tendría más probabilidad de lograrse, si hubiera triunfado la Colombia Humana y Gustavo Petro fuera el presidente electo, pero triunfó la corrupción comprando y constriñendo consciencias con la vergonzosa colaboración de más de un millón de personas que antepusieron su posibilidad de enriquecimiento a la justicia social, sacrificando los DDHH de las personas vulnerables a su ambición personal.
Sin embargo, tenemos que intentar persuadir a nuestros contrincantes empoderados, empezando por Iván Duque, porque están equivocados y más temprano que tarde van a ser también víctimas de la megalomanía de Álvaro Uribe Vélez y su mafia íntima, pero además van a iniciar una nueva guerra interna que puede llegar a ser mucho más espantosa.

Hernán Pardo Silva, julio de 2018