martes, 8 de marzo de 2016

La Insurgencia en vez de desmovilizarse busca potenciar su acción en Paz

La ultra-derecha insiste en desmovilizar la guerrilla en las tales “zonas de concentración”, ¿Será que intentan ganar la guerra paralizando a la Insurgencia para apoderarse de los territorios con sus métodos de terror paramilitar? ¿Debe aceptar el Pueblo rural que se reemplace la presencia de los farianos y los elenos por el “control del Estado”? Ese “control del Estado” hasta ahora ha sido ocupación temporal de las FFAA para permitir a las bandas paramilitares, a veces los mismos militares con otro uniforme, exterminar a los líderes populares y desplazar a sangre y fuego a las comunidades. ¿Por qué Santos, Benedetti y demás “prosperistas” creen que eso va a cambiar de la noche a la mañana? ¿Creen que controlan las fuerzas nefastas?

No las controlan, el poder de las mafias da para lo contrario, o sea controlar buena parte del Estado en las zonas urbanas y continuar el control territorial en las zonas rurales donde la rebeldía ha sido exterminada con el terror. Si en esta negociación de Paz no se involucran a los “Señores de la guerra” esto no va para buen puerto, como decía un vecino del Guaviare: “Hay que hablar con lo patrones porque los encargados solo deciden hasta cierto punto”. Además el Pueblo rural debe poder reorganizar vocerías legítimas para entrar a participar desde la planificación de la implementación de lo acuerdos. ¿Que se gana con la promesa del gobierno de restituir las tierras a los campesinos desplazados cuando en la práctica ha sido incapaz de asegurar las pocas zonas donde se ha intentado? En cambio el Pueblo rebelde, en resistencia civil y armada, sí ha podido mantener liberadas (con sudor, sangre y lágrimas) casi todo el tiempo grandes extensiones. ¿Pretende el Gobierno acual que estas les sean encomendadas para que las proteja luego de haber fracasado con la restitución?

Los guerrilleros, fuera de los pocos que continuarían la negociación e iniciarían la participación en política electoral, deberían continuar en los territorios donde están, allí se haría la verificación internacional acordada y El frente amplio por la paz continuaría con la verificación del cese al fuego. El País debería aceptar la propuesta de los territorios de paz porque Las Farc, en palabras de Rubén Zamora, “... estamos dispuestos a aportar nuestra economía de guerra, capacidad organizativa, de gestión y de administración de recursos orientados hacia el bien común de los combatientes, sus familias, las comunidades y la sociedad en su conjunto.” para “... reconstruir los territorios, fortaleciendo nuestras familias y comunidades, impulsando el sistema productivo y el desarrollo social, fortaleciendo, democratizando y depurando la administración pública, promoviendo una nueva cultura política fundada en la democracia, el pluralismo, la convivencia, la honestidad y la responsabilidad social.

Para implementar los territorios de Paz se podrían usar las ZIDRES, si no las tumba la corte constitucional, porque los cultivos gigantes pueden ser agroecológicos, si no los gestionan empresas que por ánimo de lucro subordinan la parte social y la parte ambiental; porque los socios de las nuevas alianzas productivas es mejor que sean comunitarios; porque las ZIDRES de la Insurgencia con socios internacionales progresistas estarían al servicio de la economía familiar campesina, la agroecología y la soberanía alimentaria local con excedentes para contribuir a la seguridad alimentaria de la humanidad, etc., etc..

Experiencias como la de Córdoba, Argentina, enseñó que las ciudades deben rodearse de cinturones agroecológicos y forestales para evitar la contaminación de los agroquímicos y de la ganadería extensiva. Puede hacerse municipalizando las zonas suburbanas, creando reservas forestales y arrendando suelos a Campesinos organizados con el fin exclusivo de producir alimentos orgánicos para el centro urbano. Además se desmonta la principal causa de nuestro conflicto: la ambición por la tierra. Parte del arriendo de las ZIDRES puede financiar a los municipios para comprar esas tierras.

Si queremos una buena Paz debemos dejar de hablar con el deseo, o con mala fe, e involucrar a todos los actores de este conflicto, con vocerías legítimas; así si tendríamos una gran oportunidad porque estamos hartos de esta guerra tan larga y tan estéril y las tierras desmontadas, sus suelos y subsuelos, son mas que suficientes para que Víctimas y Victimarios podamos construir proyectos de vida felices y productivos. Los mafiosos del latifundio, el narcotráfico, la minería ilegal, el contrabando, la corrupción, etc., acogidos a la jurisdicción especial para la Paz (JEP), sin las exclusiones que pretenden los nuevos sepulcros blanqueados, podrían llegar a ser grandes empresarios: financieros, comerciales, agropecuarios y mineros; y los Campesinos, Indígenas y Afro-descendientes rurales producirían alimentos y materias primas en paz, procurando estar cada vez mejor organizados, tecnificados y respaldados por las grandes empresas comunitarias dirigidas por la Insurgencia. Los centros urbanos aumentarían drásticamente las oportunidades productivas de sus pobladores con los procesos aguas arriba y abajo de las cadenas productivas desatadas en el campo.

Así sí la Política podría ser realmente democrática con participación de todos los sectores en convivencia pacífica.

No olvidar que es el Pueblo rural en su conjunto la principal Víctima de esta guerra.

Aunque Alvaro Uribe Velez y sus lacayos digan que no quieren acogerse a la JEP deberían dejarles opción por si cambian de opinión.