viernes, 5 de julio de 2013

Construir la Paz desatando las fuerzas productivas

Las propuestas de reforma constitucional que han recogido y sintetizado las Farc son un valioso aporte para que se debata con profundidad nuestra carta magna y todo el entramado de leyes y decretos que soportamos los colombiano en forma de condenas ignominiosas o impunidad descarada, dependiendo del poder abusivo alrededor de los judicializados, dado que cualquier leguleyo inmoral es capaz de encontrar el entramado apropiado y los operadores venales necesarios. Pensemos en hacer todo de nuevo con el sabio principio ancestral, que no me canso de citar, “Lo que no sirve estorba”.

Pero me preocupa que estamos viviendo una grave situación de pobreza extrema disfrazada con paliativos insuficientes de asistencia humanitaria que ni así son sostenibles si no encontramos la forma de parar la violencia contra el Pueblo rural, generadora de miseria, zozobra y vulnerabilidad para alimentar la producción ilegal y el reclutamiento. Enormes filas en las ciudades reclamando una asistencia absolutamente insuficiente, y nuestros jóvenes indígenas, campesinos y negros alimentando la guerra con justa rebeldía o vendiéndose a los Patrones mafiosos.

Por estas razones propongo que los diálogos de Paz se adelanten a 2 ritmos: uno ágil que aproveche las leyes favorables para declarar de inmediato las nuevas zonas de reserva campesina y la ampliación de los resguardos y territorios colectivos en tierras productivas, que protejan a los que más sufren estabilizando al Pueblo rural y parando los ríos humanos del desplazamiento a los centros urbanos. Se necesita la voluntad de la Insurgencia para firmar un acuerdo preliminar de Paz, en su segunda etapa según el Presidente Santos, que se puede refrendar con un Plebiscito. Esto permitirá un cese al fuego y que los insurgentes se dediquen a apoyar al Pueblo rural. El gobierno debe comprometerse a destinar los mayores recursos posibles para reactivar la producción agropecuaria, posibilitando además que la comunidad internacional se vincule con inversiones y aportes. También se requiere abrir la participación política de la forma más amplia derogando umbrales, implantando de una vez el voto electrónico biométrico y haciendo efectiva la financiación estatal.

Porque para que la transición sea exitosa y alcancemos una Paz estable y duradera, debemos lograr participación popular masiva en las próximas elecciones posibilitando que las fuerzas de centro-izquierda puedan acceder masivamente al Congreso, y ojalá a la Presidencia. La reforma de la constitución actual sin quebrantar el derecho vigente requiere de la voluntad del Congreso ya sea mediante leyes reformatorias, o por convocatoria a referendo o a una asamblea constituyente. Para facilitar la participación de la Insurgencia, sin que los enemigos de la paz incendien al País con el cuento del proselitismo armado, se debe tramitar una reforma constitucional que les asigne un número de curules para su representación directa, en el entendido de que sus amigos y simpatizantes puedan elegir candidatos sin impedimentos legales o políticos. Lo ideal es que que el próximo Congreso convoque una Asamblea constituyente sincronizada en tiempos con ese Congreso. Me explico: el próximo Congreso puede convocar a la asamblea constituyente para que sea elegida y empiece a operar 18 meses después de iniciado el periodo legislativo, de tal manera que en un (1) año tenga listo el nuevo texto constitucional y luego trabaje 18 meses elaborando las leyes marco. Un plebiscito aprobaría o no la nueva constitución con sus leyes marco y el próximo órgano legislativo nacional, con la colaboración de la academia, tendría la misión de renovar las leyes, modernizando y simplificando al máximo, para acabar con el maremágnum actual.

La firma preliminar del acuerdo de Paz y la declaratoria de la tregua debe desatar las fuerzas productivas porque si no aumentamos la producción real nos quedaremos en palabrería. Debemos hacer un esfuerzo para entender la frase del gran líder chino Deng Xiaping: “No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen gato.”. Rescatando el Estado de los poderes oligopólicos y mafiosos que lo han querido poner a su exclusivo servicio es posible, necesario y probadamente exitosa la coexistencia pacífica de empresas privadas, comunitarias y estatales. La debilidad de las empresas comunitarias en cuanto a adquirir insumos y distribuir la producción puede compensarse con una gran empresa, propiedad de las comunidades a las que sirve. Para preservar y potenciar la economía campesina es necesario crear la Gran Empresa Nacional Agropecuaria (GENA) que puede ser administrada inicialmente por la Insurgencia dada su probada capacidad logística y para dar cause a su voluntad de trabajar a favor del Pueblo rural.

En diciembre de 2011 escribí el artículo “Propuesta Progresista para la alti-llanura de los llanos orientales de Colombiaejemplo de la combinación de propiedad privada, estatal y comunitaria aún posible de implementar, allí se requiere la buena voluntad de los campesinos para que cedan parte de los derechos que les otorga sobre los baldíos la unidad de producción familiar, arrendando parte de las tierras a 30 años por ej., para que grandes empresarios nacionales y extranjeros puedan vincularse a este proyecto que beneficiaría no solo al llano sino a media Colombia con la construcción del ferrocarril y el oleoducto Vichada-Buenaventura, pasando por Granada y La Uribe en el Meta, Colombia en el Huila, Pradera en el Valle, entre otras zonas actualmente casi aisladas.

En mi libro “Una vía progresista al socialismo” intento trasmitir la idea de que una parte primordial de la consciencia de los trabajadores debe ser adquirir la capacidad de gestión empresarial para poder producir autónomamente.

Porque un sistema económico mixto es un pacto de Paz entre Trabajadores, incluido el Pueblo rural, y Empresarios en que las 2 partes aceptan abrir la democracia para que mayorías aptas dirijan al País desde el Estado respetando los derechos de las minorías. Deben llegar a su fin los rezagos feudales de los Señores terratenientes y mafiosos, que pretenden ser amos de los territorios y de sus gentes por la imposición violenta; o evolucionan a Empresarios del agro o de cualquier otra actividad aceptable para los demás y con plenas garantías para sus trabajadores o pagarán ejemplarmente por continuar con sus crímenes. Es posible aún negociar para que puedan re-integrarse produciendo y ayudando a rehabilitar a los combatientes que pervirtieron, reparando en lo posible a sus Víctimas.


Por último, la restitución de las tierras despojadas no esta funcionando, en lo poco que avanza hay re-victimizaciones o amenazas graves ya que los ocupantes actuales se niegan a devolverlas sin opciones para ellos. Es necesario una negociación colectiva, que puede legalizarse como un proceso de conciliación avalado por la justicia especial creada para la restitución. Muchos no queremos retornar a los sitios donde masacraron a nuestros familiares y amigos, aquí lo importante es que quienes quieran trabajar la tierra las reciban pero preparadas para que la producción sea sostenible, para lograrlo deben poder trabajar creando nuevas fincas familiares y haciendas comunitarias como aprendices de proyectos productivos viables dirigidos por la GENA, con una remuneración que les permita vivir con dignidad. Priorizar la masificación de trabajo digno y sostenible, tramitando al mejor ritmo posible los reclamos individuales.