La
actuación política de las masas ha invadido repetidas veces el
ámbito de la conciencia de cada ser humano, inmiscuyéndose en
cuestiones de preferencia política, raza, nacionalidad originaria,
religión, preferencia sexual, etc. violando los derechos humanos y
ocasionando grandes crímenes, hasta genocidios, liderados por
sicópatas hiperactivos muy carismáticos elegidos emocionalmente por
masas manipuladas. Colombia ha albergado muchos de esos nefastos
personajes. Alvaro Uribe Velez, el último de estos, amparado en la
impunidad casi total de los delitos contra los DDHH y el DIH,
continua liderando la ultra-derecha, controlando una buena parte de
los poderes legislativo y judicial, contando con el respaldo de
enormes capitales dudosos. Permitir a criminales de lesa humanidad
influir masivamente en la opinión pública ha saboteado la
democracia y la paz de Colombia. Juan Manuel Santos debiera colaborar
con la Corte Penal Internacional para buscar solución a este palo en
la rueda que le ha metido Uribe a los acuerdos de paz.
La
unidad de la izquierda se logró pero no duró; luego del efímero
liderazgo de Carlos Gaviria la izquierda explotó en mil pedazos. Tan
frustrante fue esto que los grandes movimientos sociales surgidos de
la victoriosa resistencia civil, la que luchó en paralelo con la
Insurgencia contra la tiranía oligárquica-mafiosa y terrateniente
opresora del Pueblo rural, han frenado su paso a la política
electoral por no encontrar una organización estable en la izquierda.
Las tendencias progresistas de los partidos tradicionales y sus
derivados tampoco encuentran con quien aliarse. Sin embargo las bases
se unen espontáneamente cuando encuentran un candidato carismático,
como lo hicieron para elegir a Gustavo Petro a la Alcaldía de Bogotá
y eventualmente pueden llevarlo a la Presidencia de la república,
pero ¿Cómo lograr las mayorías parlamentarias que garanticen la
gobernabilidad? Difícil convocar a una asamblea constituyente, para
poder aprobar las demás reformas que se requieren a fin de superar
la grave desigualdad social, sin esas mayorías.
La
división de la izquierda no ha sido espontánea, obedece a una muy
bien lograda campaña publicitaria de la plutocracia mundial que
aprovechó la debacle de la Unión Soviética para proclamar el fin
de la Historia y de las ideologías, la mayoría de los izquierdistas
lo creyeron, salvo pequeños grupos que en su mayoría se apegaron a
antiguos ideólogos dogmatizando sus ideas. Pareciera que la pereza
mental encontró una buena excusa en la “libertad de las ideas”,
se dejó de pensar la política racionalmente para ponerse a
sentirla; lo llamaron inteligencia emocional.
La
ideología base de la actuación política debiera limitarse a 2
ciencias: economía política y gestión empresarial, enmarcadas en
la normas consensuadas por la gran mayoría de la humanidad (DDHH,
DIH, ISO, etc,). Ideas que definan la economía pública, la forma de
administrar las empresas comunes y de controlar las privadas. Estas
2 ciencias y las técnicas derivadas debieran ser los ámbitos y
enmarcar los objetivos de las discusiones y los acuerdos políticos:
¡Definir concretamente cómo gobernar! Ir mas allá atenta contra la
libertad de los individuos, es deber del Estado la protección de
estos derechos, nunca restringirlos ni permitir que se violen.
Los
invito a pensar y proponer sobre economía política y sobre gestión
empresarial para debatir hasta llegar a acordar cual va a ser la
ideología de la izquierda política colombiana que se va a ejercer
desde el poder central que estamos próximos a conquistar. Para
aportar al debate les presento de nuevo el libro: Una
vía progresista al socialismo.
¡Debemos
esforzarnos por superar nuestra debilidad ideológica porque de lo
contrario vamos a fracasar gobernando!
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