miércoles, 30 de mayo de 2018

El acuerdo sobre lo fundamental, con los posibles aliados y con los rivales


Los resultados electorales están dentro de lo previsto, nuestro anhelo de ganar en primera vuelta infundió ánimos para trabajar por lo logrado que es histórico: la mayor votación de las fuerzas políticas populares y sus intelectuales amigos; la mayor votación de las capas medias, la peor votación de las fuerzas políticas de la oligarquía y sus mafias aliadas cohesionadas en torno al candidato uribista. Petro cosechó sus denuncias a Vargas Leras sacándolo por la puerta de atrás, se creció Duque pero sin lograr ganar de una que era lo presupuestado.
         Los principales enemigos del pueblo colombiano son los terratenientes despojadores, pretenden beneficiarse de las tierras acumuladas obligando al pueblo rural a ser jornaleros a destajo, subsistiendo en la miseria, mientras logran legalizar y vender los latifundios a monopolios nacionales y extranjeros. Sus alfiles políticos ofrecen prosperidad para el campo a futuro por las opciones de trabajo estable que brindarían las trasnacionales del agro ya sea como empleados o como aliados productivos cautivos a su mercado. Un gobierno popular puede generarles competencia apoyando la economía campesina para que logre restituir buena parte de las tierras despojadas y ponerlas a producir con nuevas tecnologías, trasmitidas en el sitio y momento necesario, dirigidos por expertos que deben asumir la responsabilidad de los proyectos hasta lograr estabilizarlos y entonces sí transferirlos junto a la propiedad a las familias campesinas ya tecnificadas y bien organizadas. La competencia entre las grandes empresas agroindustriales y las grandes organizaciones campesinas modernas creará las condiciones para que los trabajadores, empleados e independientes, tengan vida digna, tanto en el campo como en la ciudad.
         El acuerdo sobre lo fundamental puede unir a las fuerzas populares y las capas medias para ofrecer a los enemigos la fórmula famosa del miti-miti, repartir las tierras para lograr la paz estable, legalizarlas y ponerlas a producir al máximo para lograr la paz duradera. La hegemonía de uno de los 2 modelos, el de los grandes empresarios y el de economía familiar ha sido un fracaso rotundo en muchas partes. Solo una sana competencia, regulada por el Estado, ha permitido a los países industrializarse y desarrollarse.

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